Francia.
El gran motete es una creación típica Francesa que participa de la suntuosidad, ampulosidad y superficialidad propia del estilo practicado por Lully en Versalles. Consta de acompañamiento orquestal para solistas y gran coro que dialogan uniéndose en un gran coro final pomposo. Entre sus cultivadores merecen la pena citarse Campra, Charpentier y Lalande.
Inglaterra.
El Anthem, nacido en el siglo XVI como contrapartida protestante al motete católico, se convierte en el siglo XVII en una especia de cantata religiosa para solos y coros con acompañamiento instrumental. J. Blow y H. Purcell son autores destacados de este tipo de composiciones. Durante el siglo XVIII destaca por encima de todos G. F. Händel. Diferentes fracasos económicos, debidos en parte a la dura competencia con otros músicos italianos afincados también en Londres, encaminaron sus pasos hacia el oratorio en lengua inglesa, donde plasmará lo mejor de su genio. Escribió unos 32 de entre los que podemos destacar: Israel en Egipto, Salomón, en el que destaca el interludio instrumental de LA LLEGADA DE LA REINA DE SABA QUE VA PARA EXAMEN
y el Mesías, su obra emblemática. Sobre el molde formal de la ópera seria italiana, introdujo los coros como parte fundamental: mientras en la ópera quedaban reducidos o suprimidos, aquí constituyen el alma de la obra. De los contrastes de orquesta, coro y solistas, Händel supo extraer efectos dramáticos insospechados que suscitaron la admiración inmediata del público londinense. Mozart, Haydn, Beethoven o Mendelssohn amaron sus músicas y lo convirtieron en uno de los pocos músicos barrocos que no desaparecieron del todo después de su muerte.
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