La ópera cómica supone una burlesca caricatura de la ópera seria y propone la vuelta a la melodía sencilla y popular. La ópera seria, reducida a una serie de arias en las que los cantantes se afanaban por exhibir sus facultades vocales sin tener para nada en cuenta ni la palabra ni el desarrollo dramático, se había alejado mucho de los ideales de la camerata Florentina de finales del XVI, donde nació la ópera como un deseo de concebir la música al servicio de la palabra y de la acción dramática. Estos excesos conducen a la ópera seria a su decadencia y, en consecuencia, a su reforma. Se intentará hacer una ópera más natural y más humana suprimiendo los aspectos circenses de los castratos y dando más importancia a los coros.
C. W. Gluck (1714-1787), alemán de nacimiento, emprenderá contra viento y marea la reforma de la ópera seria. En esta tarea fueron fundamentales sus relaciones con escritores (entre los que podemos citar a Ranieri de Calzabigi) que reforman los libretos en contra del ya pasado de moda estilo de Metastasio. En el prefacio de Alceste (1767) expondrá tanto los motivos como los principios de la misma que pueden ser sintetizados en el logro de una bella simplicidad. Para ello:
Los libretos constaban de tres o cuatro actos. Proporcionan a los músicos situaciones más reales, alejadas de las antiguas farsas. En ellos se simplificaba la acción dramática, con menos escenas y eliminación de personajes secundarios e intrigas innecesarias, dando continuidad dramática y credibilidad a los personajes. Importancia de una obertura que ha de preparar a los espectadores resumiendo el clima de la obra. La música debe estar al servicio del texto. Terminará con los abusos exhibicionistas de los cantantes suprimiendo arias inútiles que interrumpen el desarrollo del drama y eliminará la rigidez de en la estructura de las arias. Evitar la disparidad entre aria y recitativo para lograr mayor continuidad en el desarrollo de la acción. Más énfasis en el recitativo que ahora es acompañado por la orquesta. El coro, casi imposible en el género serio tradicional, intervendría cuando fuese necesario. Las danzas sólo se incluirían si apoyaban la acción. En resumen: realizar la perfecta fusión de palabra y música, la síntesis de las artes, ideal que no pudo llegarse a materializar plenamente hasta Wagner, al que en parte Gluck se adelanta.
Obras maestras en el nuevo estilo recibidas, no obstante, con notable revuelo, son: Orfeo ed Euridice (1762, primera ópera reformada) , Ópera a la que pertenece el aria para exámen Che faró senza Euridice en el que se ven claramente las características de la reforma de Gluck de las que hemos hablado antes. En esta versión una mezzosoprano interpreta un Aria da Capo típica de la ópera seria acompañada solamente por una orquesta de cuerda en este enlace hay un análisis de la forma.
Otra ópera de Gluick es Alceste (estrenada en 1767, es una verdadera tragedia en música radicalmente distinta a la ópera seria de antaño), compuestas durante su estancia en Viena. Ifigenia en Aulide es su primera ópera adaptada al gusto francés con la que triunfará en 1774. A partir de aquí dominará la escena francesa durante una década. Las querellas ahora se generan entre los partidarios del estilo francés reformado por Gluck y los que defendían el estilo italiano encarnado por Niccoló Piccinni.
No hay comentarios:
Publicar un comentario