Antecedentes: a partir de 1775 comienzan a sentirse una cierta fatiga y como una rebeldía contra las normas y ataduras clásicas, síntomas que suponen un anuncio ya del romanticismo. Los primeros atisbos los podemos encontrar en los pueblos nórdicos donde los literatos encuentran sus modelos de inspiración en sus propias leyendas populares y mitos escandinavos antiguos. En Alemania el movimiento literario llamado Sturm und Drang (tormenta e impulso), despreciará las aficiones grecolatinas del clasicismo y buscará la fuente de su inspiración en las propias leyendas germánicas, redescubriendo la poesía popular y los temas medievales.
Frente a la “diosa razón” del clasicismo surge la revalorización del sentimiento que rechaza toda regla o atadura formal. El artista romántico se caracteriza por un anhelo de libertad total sobre todo en lo sentimental (se busca la libre expresión de sentimientos, frente a las trabas de la razón neoclásica que trataba siempre de acomodar el sentimiento a normas) y también en la inspiración (al artista romántico le guiarán no las reglas sino tan sólo su instinto e imaginación).
El hombre romántico se caracteriza por una gran exaltación idealista: filantropía, amor a la patria, amor a la mujer ideal, etc.
El hombre romántico enseguida comprueba que estos elevados ideales son inalcanzables porque chocan contra la realidad prosaica de cada día. La consecuencia lógica serán la angustia, pesimismo y desengaño que también serán destacadas características del hombre romántico.
Para superar esta frustración el artista romántico elige la vía de la evasión, de la sustitución de su insatisfactoria realidad concreta y cotidiana por una fantasía, situada lejos tanto en el tiempo como en el espacio, que satisfaga todos sus anhelos. Así se busca la inspiración en: temas medievales, temas exóticos, fantásticos o de ensueño, etc.
Como segunda posibilidad de evasión el artista se refugia en su propio mundo interior, subjetivo y solitario; ofreciendo su propia intimidad a través de su obra como una auto confesión (culto al yo, triunfo del individualismo y del subjetivismo. En el clasicismo la norma despersonaliza al individuo. En el romanticismo el individuo y el yo son el centro de toda proyección).
Como consecuencia del triunfo del individualismo tenemos en el romanticismo una gran variedad de estéticas y concepciones artísticas, culturales, musicales…. Según las naciones e individuos. El romántico prefiere el campo y la naturaleza (no la estática y bucólica del clasicismo, sino la salvaje y primitiva) a una vida social que vive como una traba de la que necesita liberarse. Cree encontrar lo puro, natural y libre en el hombre primitivo y en el pueblo que es su actual heredero, al creer con Rousseau, que la naturaleza hace al hombre bueno y feliz siendo la sociedad la que lo corrompe.
La música resulta el vehículo más apto para la expresión del temperamento romántico. Se mostró como el arte capaz de expresar lo inefable, aquello que las palabras no pueden precisar, los sentimientos más íntimos y secretos, lo sublime y lo macabro, lo divino y lo sarcástico. Es la expresión más directa de la emoción, sin imágenes ni conceptos intermedios. Ahora la música ocupa el puesto más alto en la jerarquía de las artes: todas las artes aspiraron a ser como la música. La consecuencia es una tendencia a la unión de todas las artes en un “arte total” supremo en el que la música sería el guión, el aglutinante perfecto. En contraste, en el clasicismo, la música era considerada poco más que un inocente entretenimiento, cuya única función era la de agradar y entretener.
CRONOLOGÍA
A continuación, para hacer más fácil su estudio, abordaremos el estudio de la música del siglo XIX a través de TRES momentos históricos:
-En el primero, que abarca sus tres décadas iniciales, estudiaremos el paso del clasicismo al romanticismo a través de dos figuras esenciales, Beethoven y Schubert, contemporáneas del auge europeo de Rossini y de las experiencias de Webern en el teatro musical Alemán.
-El segundo, entre los años treinta y la mitad del siglo, nos introduce en la primera generación inequívocamente romántica con las conquistas tempranas de Berlioz en el campo de la sinfonía programática y las de los compositores pianistas (Mendelsshon, Schumann, Liszt y Chopin), muy románticos en las pequeñas formas pero todavía clásicos en las grandes.
-En el tercero, ya en la segunda mitad del siglo, asistiremos a los debates entre la música del porvenir (Liszt en la música programática y Wagner con el intento de fusión de todas las artes en el drama musical, apoyados por Berlioz, intentarán encontrar nuevas vías de expresión) y la reacción formalista de un Brahms que abandera una nueva defensa de la música pura.
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